Tuve que parar de leer mi novela en cuanto llegaron. Su
discusión sobre quién era mejor, si Madonna o Lady Gaga, era incompatible con
mi lectura de Doctor Zhivago. Por cómo miraban al guardia jurado que había apostado
en el otro andén, supe enseguida que las dos chicas no habían validado el
billete y encima tenían la desfachatez de no ceder su asiento a la viejecita
temblorosa que acababa de llegar.
Cuando el tren llegó a la estación, suspiré aliviado y,
agarrándolas con fuerza por el pelo, las arrojé a las vías. La locomotora frenó
y, tras los gritos y el chirrido, disfruté de un maravilloso silencio. Abrí el
libro y seguí leyendo.
Publicado en www.quimicamenteimpuro.blogspot.com el 22 de agosto de 2012.
Text de Joan Fontanillas Sánchez.
Text de Joan Fontanillas Sánchez.
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